Una escasa presencia de prácticas curriculares con integración profunda, como la transdisciplinariedad, fue parte de lo que encontró la investigación Proyección para la implementación de un currículo integrado en I y II ciclos de la Enseñanza General Básica Pública Costarricense, que desarrollaron especialistas de las universidades Nacional (UNA), de Costa Rica (UCR) y Estatal a Distancia (UNED).
Esta investigación la solicitó la Comisión Curricular y de Gestión Académica del Centro de Investigación y Docencia en Educación (Cide) y sus principales hallazgos se presentaron el pasado 3 de junio. Participaron los especialistas Esteban Ibarra Vargas, coordinador de la sección de primaria de la Escuela de Formación Docente de la UCR; Jessenia Rivera Solano, coordinadora de Educación Continua de la División de Educación Rural de la UNA y Karen Palma Rojas, coordinadora carrera de Educación General Básica I y II Ciclos de la UNED.
“El estudio encontró una diferencia clara entre lo que dicen las políticas educativas nacionales y lo que ocurre en el aula. Aunque los lineamientos favorecen la integración, no hay claridad metodológica para su ejecución”, explicó el experto Ibarra Vargas durante la presentación. El equipo identificó, además, que si bien docentes y gestoras educativas comprenden de forma general el concepto de integración, en muchos casos su práctica se basa más en la experiencia personal que en fundamentos teóricos sólidos.
Asimismo, las experiencias existentes suelen limitarse a la correlación básica entre asignaturas y se desarrollan de manera aislada, especialmente en escuelas unidocentes y de tipo laboratorio.
El proyecto se desarrolló bajo un enfoque cualitativo y descriptivo, mediante entrevistas estructuradas, análisis documental y observación no participante. Las fuentes consultadas incluyeron personal del MEP, docentes de escuelas unidocentes, gestoras educativas y asesoras pedagógicas, así como el análisis de experiencias internacionales en países como Finlandia, Corea del Sur, Cuba y Polonia.
Otro de los principales hallazgos fue la necesidad de transformar la evaluación tradicional hacia modelos más holísticos, que permitan medir aprendizajes integrales y contextualizados. También se propone una línea organizacional para introducir principios de integración curricular mediante proyectos piloto, equipos de expertos, sistematización de buenas prácticas y formación docente inicial y continua.
“La integración curricular no puede implementarse sin estabilidad laboral ni recursos. Es indispensable asegurar condiciones sostenibles para que las acciones no queden en intentos aislados”, afirmó Rivera Solano. El estudio destaca que el tránsito hacia un currículo integrado debe contemplar el desarrollo de competencias, metodologías activas, interconexión de saberes y la articulación entre contenidos escolares y el contexto cultural del estudiantado.
Además, se recordó la importancia de fomentar el trabajo colaborativo entre docentes, la creación de redes profesionales y espacios de encuentro pedagógico, como los del Comité Regional de Apoyo a las Escuelas Unidocentes (CRAEU). A nivel internacional, si bien no se identificaron sistemas educativos completamente integrados, sí se documentaron estrategias aplicadas con éxito, como la organización del currículo por proyectos o temas relevantes para el estudiantado.
Los especialistas enfatizaron que “la comprensión profunda del currículo integrado por parte del cuerpo docente debe anteceder a su implementación. No se trata solo de unir asignaturas, sino de repensar el propósito del aprendizaje escolar”.
El estudio concluye que, aunque Costa Rica cuenta con fundamentos normativos y experiencias prácticas que pueden servir de base, la integración curricular sigue siendo un reto pendiente. Se requiere una visión articulada entre política pública, gestión institucional y trabajo pedagógico en el aula, que avance hacia una educación más coherente, significativa y conectada con las necesidades actuales.