Durante el segundo día de la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos (UNOC3), que se realiza en Niza, Francia, se llevó a cabo un evento paralelo enfocado en la observación y gobernanza de alta mar.
En este espacio, se destacó el papel de las universidades en el fortalecimiento de capacidades científicas y tecnológicas para la sostenibilidad oceánica. “La Universidad Nacional (UNA) y otras universidades públicas del país actúan como puentes vitales entre la investigación de punta y las necesidades urgentes de la gestión regional de los océanos. Su papel también incluye la transferencia tecnológica y el fortalecimiento del capital humano en ciencia y gobernanza marina”, dijo Gerardo Jiménez Porras, vicerrector de Investigación de la UNA.
De acuerdo con Jiménez, la UNA realiza un trabajo amplio en enfoques multi, inter y transdisciplinarios de las ciencias oceánicas, con una perspectiva que va desde las ciencias sociales hasta las ciencias básicas, manteniendo siempre los principios universitarios de servicio a las poblaciones vulnerables.
“Asimismo, demostramos una visión institucional de largo plazo mediante la colaboración con actores internacionales y organizaciones de la sociedad civil, como el Colectivo Internacional Pelagos Okeanos, y otras ONG costarricenses como FAICO, CoopeSolidar, Misión Tiburón, cooperativas, pesquerías artesanales y proyectos productivos de acuicultura”, detalló.
El Laboratorio de Oceanografía y Manejo Costero de la Universidad Nacional (LAOCOS-UNA), tiene un papel pionero en la implementación de tecnologías marinas innovadoras. Fue el primer laboratorio costarricense en contribuir al despliegue de flotadores Argo, lo que marcó un hito en la adopción de instrumentación avanzada para la monitorización oceánica, así como su integración con tecnologías de sensores remotos, principalmente enfocándose en el procesamiento de datos de altimetría y color del océano.
Ahora continúa el desarrollo de la investigación con el proyecto ARGO-DOME, el cual fue presentado por Sergio Cambronero, egresado de la Escuela de Ciencias Biológicas de la UNA, quien está vinculado al proyecto y quien actualmente curso su doctorado en el Instituto Oceanográfico de Villefranche sur Mer, de la Facultad de Ciencias e Ingeniería de la Universidad de la Sorbona, en Francia.
Cambronero destacó cómo Costa Rica se integró a la red mundial de monitoreo Argo no solo como país que despliega flotadores, sino también como receptor de transferencia tecnológica, generando capacidades en los oceanógrafos nacionales para apropiarse de estas herramientas y aprovechar los datos generados, como ocurre en el estudio del domo térmico.
Las áreas marinas fuera de la jurisdicción nacional cubren casi la mitad de la superficie del planeta y requieren nuevos mecanismos de gobernanza. Los avances en plataformas autónomas —como los flotadores biogeoquímicos Argo— ahora permiten un monitoreo continuo y multidisciplinario, esencial para enfrentar la pérdida de biodiversidad y el cambio climático.
El Acuerdo sobre la Conservación y el Uso Sostenible de la Diversidad Biológica Marina de las Zonas Situadas Fuera de la Jurisdicción Nacional (BBNJ), es un acuerdo internacional adoptado por la Organización de las Naciones Unidas en 2023, con el objetivo de proteger la biodiversidad en alta mar, donde se coloca la observación oceánica en el centro de la creación de áreas marinas protegidas, las evaluaciones de impacto ambiental y la transferencia de capacidades. Para Gerardo Jiménez, vicerrector de Investigación de la UNA, proyectos piloto como Argo-Dome ilustran cómo los datos pueden traducirse en decisiones de gestión en alta mar.
