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OIJ más capacitado para la identificación forense de reptiles

En una apuesta conjunta entre la Universidad Nacional (UNA) y el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), se desarrolló el curso Identificación Básica de Reptiles, un espacio formativo dirigido a la Sección de Biología Forense de la entidad judicial, con el propósito de fortalecer su capacidad técnica en el manejo de casos relacionados con delitos ambientales.

“En promedio, recibimos ocho casos mensuales relacionados con la identificación de vida silvestre asociada con el tráfico ilegal. El tráfico de vida silvestre involucra animales completos o partes de estos, y usualmente los decomisos contienen organismos de diferentes tipos. Los más frecuentes son insectos, serpientes, tortugas, mamíferos, aves, anfibios, peces e invertebrados marinos”, detalló John Vargas Fonseca, jefe de la Sección de Biología Forense del OIJ.

Con una duración de cuatro horas y modalidad presencial, el curso brindó herramientas esenciales para identificar los principales grupos de reptiles presentes en Costa Rica, especialmente útil en contextos donde el material biológico llega fragmentado, dañado o en avanzado estado de descomposición.

“Muchas veces, lo que reciben los peritos es un cráneo, unas escamas o restos óseos. Poder reconocer a qué familia pertenece ese ejemplar puede marcar una gran diferencia en los procesos judiciales”, explicó Carolina Esquivel, académica de la Escuela de Ciencias Biológicas de la UNA, quien destacó que Costa Rica alberga cerca de 245 especies de reptiles, lo que representa un reto constante para identificarlas de manera precisa.

Durante el curso, las personas participantes se familiarizaron con aspectos morfológicos clave, adaptaciones según hábitat y modo de vida, así como con la clasificación taxonómica de los principales grupos: tortugas marinas y de agua dulce, lagartijas, serpientes y cocodrilos. La metodología combinó sesiones teóricas, material visual y ejercicios prácticos con claves dicotómicas, apoyados en especímenes preservados de museo.

De acuerdo con Vargas, desde enero cuentan con un laboratorio de genética no humana que les  permite realizar identificaciones moleculares mediante el método del código de barras genético (barcoding); sin embargo, no siempre se logra identificar la especie, solo el género.

“La capacidad de realizar identificaciones precisas de especies es particularmente importante, ya que la ley establece un agravante de la pena en el delito de tráfico de vida silvestre cuando las especies están protegidas bajo la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES-Costa Rica), la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) o cuando se trata de especies en peligro de extinción con poblaciones reducidas y amenazadas”, explicó Vargas.

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