*PhD. Randall Arce Alvarado
Durante el año 2024 Costa Rica mostró un incremento de un 7.7% en la visitación turística internacional. El país recibió 2.661.488 turistas por vía aérea (ICT, 2024a), que aportaron un total de US$5.434 millones en divisas, lo que permitió consolidar la recuperación en el período postpandemia (ICT, 2025b).
Su aporte a la economía nacional es innegable, ya que permitió contar con 183.016 empleos directos en actividades turísticas en el 2024, según la Encuesta Continua de Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). Además, impacta de manera crucial la dinámica productiva de cantones como Santa Cruz y Carrillo en Guanacaste, en donde los servicios de alojamiento generan entre el 10% y el 12% del valor agregado de la producción según datos del Banco Central de Costa Rica. Precisamente, Guanacaste se ha convertido en un importante polo de atracción turística, que ha llegado a representar un 33% del total de turistas recibidos vía aérea en el 2024.
A pesar de lo anterior, el país experimenta ya una caída durante siete meses de la visitación turística, con una reducción superior al 4% en el primer trimestre de 2025 (ICT, 2025). Al respecto, surgen dudas sobre los potenciales factores que han provocado esta situación.
No pueden cerrarse los ojos al hecho de que las altas tasas de criminalidad que vienen afectando al país inicialmente en zonas costeras y posteriormente en áreas más urbanas, ha comenzado a generar preocupación en países de origen de nuestros visitantes, sobre todo por la vinculación asociada al narcotráfico (El País, 2024). Señales claras de esto se evidencian en las advertencias de viaje realizadas por algunos países como Canadá, que advierten “tener un alto grado de precaución”, motivadas en la protección de sus nacionales que planean visitar Costa Rica.
De más está decir que, la apreciación cambiaria mayor al 25% que ha experimentado el país, entre enero de 2023 y abril de 2025, periodo en el cual tipo de cambio pasó, en promedio de 690 a 510 colones por dólar (BCCR, 2025), ha hecho más costosa la adquisición de bienes y servicios por parte de los turistas en dólares, pero también, ha reducido los márgenes de ganancia de los empresarios turísticos costarricenses, perjudicando la competitividad del país frente a otros países de la región, cómo Colombia y México.
Desde la perspectiva macroeconómica, este período ha estado caracterizado por una reducción muy moderada de la Tasa de Política Monetaria (TPM) del Banco Central, en comparación con las tendencias reinantes en otros países, lo que ha llevado a una importante consolidación de capitales internacionales de índole financiero que aprovechan los diferenciales de tasas de interés. Esto, a su vez, ha contribuido al incremento en las reservas monetarias internacionales. Sin embargo, el efecto negativo sobre el sector turístico -al igual que otros sectores productivos- es innegable.
No pueden obviarse tampoco los efectos que, sobre la imagen de gestión aeroportuaria a nivel internacional, puede haber tenido los cierres en el aeropuerto Daniel Oduber Quirós en Liberia, que dejó a miles de turistas en suelo costarricense, y a otros miles más con suspensión de sus vacaciones por imposibilidad de viajar a Costa Rica. Estos cierres, motivados por deficiencias en la pista de aterrizaje, que habían sido advertidas en reiteradas ocasiones por las líneas aéreas, revelan deficiencias de gestión de la terminal aérea, inherentes a su modelo de concesión, en donde al Estado le corresponde la inversión en ese tipo de infraestructura
En este contexto, es preocupante que las autoridades nacionales relacionadas con el sector turístico minimicen los potenciales efectos negativos de la apreciación cambiaria, la delincuencia y la gestión aeroportuaria, y recomienden al sector cambiar su estrategia de planificación, y adaptarse al nuevo entorno, cuando el sector turístico está compuesto en un 90% por micro, pequeñas y medianas empresas (ICT, 2024a) con altos niveles de encadenamientos con economía local, y un aporte global al Producto Interno Bruto (PIB) de alrededor del 8% (ICT, 2024b).
Ante estos elementos que afectan la competitividad del sector, la necesidad de políticas públicas es urgente, si realmente se desea preservar la generación de divisas derivada del turismo. Esta preocupación por la ausencia de políticas productivas claras va más allá del sector turístico, y evidencia la necesidad que tiene el país en su conjunto de fortalecer el andamiaje productivo, y evitar la profundización de la economía dual que ha venido caracterizando a Costa Rica en las últimas dos décadas.
*El autor es académico e investigador del Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible (Cinpe) de la Universidad Nacional (UNA).